viernes, 5 de marzo de 2010

Agro tico se defiende de fenómenos naturales.

El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) cumple tres años desarrollando un plan para minimizar el impacto de fenómenos naturales como El Niño, La Niña o las erupciones recientes del volcán Turrialba, a través de su Plan Nacional de Alimentos y de planes preventivos.

El programa pretende también atender necesidades urgentes derivadas de otros desastres como el terremoto en Cinchona, y las inundaciones en la zona Atlántica y en Parrita.

“Invertir en prevención es lo mejor que podemos hacer. Estar preparados para los eventos que los expertos pueden pronosticar, e igualmente, prepararnos para saber cómo enfrentar aquellos que son impredecibles es responsabilidad de todos”, dijo Javier Flores, ministro del MAG.

El plan de alimentos surgió en mayo del 2008 como respuesta a la crisis mundial de precios de alimentos y en su tercer año las autoridades agrícolas del país admiten que sus metas se han cumplido en un 100%.

Otro plan puesto en práctica es la Estrategia para la Mitigación de los Efectos del Fenómeno El Niño, para el período 2009-2010; y el Plan de Prevención y Mitigación del Fenómeno de El Niño para la Región Chorotega.

El MAG cree que en el caso de otros países centroamericanos sus efectos han sido nefastos por la falta de previsión mientras que en Costa Rica se ha podido minimizar el impacto porque se mantuvo en estado de alerta a todas las regiones del país.

Algunas de las acciones han sido por ejemplo en el campo de la ganadería promover el uso de pastos de corte, pastos mejorados de piso, bancos de proteína, con el fin de mejorar la nutrición y alimentación animal durante todo el año.

También el avance hacia un cambio de cultura de los sistemas extensivos (área abiertas pasto piso y menor ganado) a modelos de producción intensivos (área pequeña cerrada con mayor número de animales), “que aseguren la producción, conservación y almacenamiento de forrajes”, dijo Oscar Vásquez Rosales, director regional del MAG en Guanacaste.

Por Ana Cristina Camacho Sandoval para El Financiero

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